Fábula
Sostengo una pelota sobre mi hocico y la hago girar. Me alzo sobre mis aletas traseras o me balanceo sobre las delanteras, mientras la luz del foco desde lo alto abrasa mis ojos. Ellos están al otro lado, en la oscuridad. Aplauden cuando se lo pido.
Estoy sobre un taburete en medio de un círculo de arena, pero no puedo evitar los recuerdos mientras hago mi función. Hace ya demasiado tiempo que no siento las frías aguas del mar del Norte en mi piel. Me atraparon muy joven, mientras cazaba para comer. Inmovilizada, aturdida, llegó el hambre y con ella el olvido. Los ecos de barcos, el sabor del agua salada y los peces danzando entre las formas del hielo quedaron atrás. Ahora solo tengo que sostener el balón con mi hocico. A cambio, me alimentan y borran, poco a poco, mis instintos.
Aprendí a comer su pescado. ¿Qué importaba cambiar la sombra de mi madre por la de un balón azul? ¿Qué importaba dormir enjaulada dentro de una bañera? Ellos, con su extraño olor, siempre están detrás, rellenando mis ausencias con comida abundante y colores vacíos.
Hoy me siento torpe. La luz del foco, tras tantos años, me ha vencido. Mis acrobacias apenas logran evitarla. No tengo apetito. Mi balanceo se hace cada vez más lento y temo perder el equilibrio.
Ellos estallan en un aplauso cuando la pelota azul cae al suelo y rueda sobre la arena. Me arrastran fuera de la pista y me abandonan en un rincón. Apagan el maldito foco. Desde allí, distingo la luz del fuego en un aro y al vecino de jaula, atravesándolo, su melena recortando la llama.
Me devuelven a la bañera de mi jaula, dónde un haz de luz lunar dibuja una partitura en la pared. La melodía del mar vuelve, avivando mis instintos. Con la poca memoria que me queda, un murmullo de olas me trae el eco de los peces, pero el ritmo de las pisadas amenazadoras en la jaula vecina me devuelve al presente.
Mii cuerpo, fuera de mi control, busca flotar en esta maloliente bañera. Escucho de nuevo la llamada de los míos. Algo en mí despierta. Parto con ellos de pesca, ocultándome en la niebla de la aurora. Los peces se mueven entre los primeros rayos de sol, reflejando la luz como destellos de plata. No había olvidado como perseguirlos y me lanzo tras ellos hasta que mi cuerpo se rinde y dejo de sentir.
Al amanecer, ellos me encontraron inmóvil. Ya no estaba allí. Había regresado con mi manada, cazando entre las olas y el hielo.
– ¡Está muerta! – dijeron y me arrojaron sin miramientos a la jaula vecina, Sin saberlo, me devolvieron la libertad.
Ahora estoy bajo las aguas del Norte, esquivando el hielo. Guiándome con los sonidos de mi manada. Ya no temo al frío de la caza.
Arcturus
Creció entre acá y allá, viajando en una caravana a las afueras de cualquier ciudad. Nómada entre los suyos. Recuerda las noches en las que el tiempo se deslizaba por la cola de la Osa Mayor. Tumbado sobre la hierba, identificaba anaranjado y brillante al “guardián de la osas” Arcturus, que era solamente para él.
Respiraba cada vez más despacio, como si presintiera un futuro sin gravedad. Inspirar, expirar. Desde el arcén de la negra noche partía hacia su estrella. Brazos y piernas extendidos, sujeto a un cordón de plata por su ombligo. Rotaba hasta flotar en el firmamento, perdido entre el polvo de las estrellas. Era una constelación de Vitruvio, ingrávido.
Girar, girar. Huidizos brillos de peces de colores danzaban en su mente, perseguidos por unos golpes secos que cortaban el aire. Amarrado a la rueda-diana reconoció el fulgor de un cuchillo en aquél rostro concentrado. El lanzador, inmóvil, lo miraba sin parpadear.
Expuesto al azar, en medio de la arena, el peligro era un círculo que giraba a su alrededor. La luz bajo la carpa apenas alcanzaba a iluminar su rostro mientras el filo del cuchillo dibujaba destellos. No había estrellas allí, ni un cordón que lo mantuviera unido al cielo. Solo el aire seco del circo, los aplausos sordos y un miedo que comenzaba a pesarle en los hombros.
En cada vuelta de la rueda sentía cómo el cosmos se alejaba. Girar, girar. La gravedad lo reclamaba, empujándolo hacia la tierra con violencia. Al final, la diana dejó de moverse. Un instante de silencio en el que todo el universo pareció detenerse. Y luego, el aplauso.
Lo soltaron de la rueda y lo empujaron hacia un rincón oscuro. La función había terminado. Los focos no eran suficientes para ocultar un recuerdo que ahora brillaba con fuerza: el reflejo de Arcturus en un charco, el frío de la hierba y el eco de sus propios pasos buscando algo que no había encontrado. Esa noche bajo el techo de lona, soñó con las estrellas. Soñó que aquél cordón de plata lo devolvía al firmamento y que su cuerpo, ingrávido, flotaba una vez más entre las constelaciones.
Al amanecer sintió el peso de la tierra. Solo le quedaban el frio del cuchillo, el eco de los aplausos y Arcturus entre la inmensidad de las estrellas.
© Arturo Joaquín
En “Arcturus” se nos presenta una historia cargada de simbolismo, que entrelaza la nostalgia de una infancia nómada, la fascinación por el cosmos y la dureza de la realidad circense.
Símbolos y sus posibles interpretaciones:
Caravana y estrellas: Representan la libertad, la exploración y la búsqueda de un lugar propio. Las estrellas simbolizan lo infinito, los sueños y la conexión con algo más grande que uno mismo.
Cordón de plata: Actúa como un vínculo entre el protagonista y el universo. Representa la esperanza, la ilusión y la conexión espiritual.
Rueda-diana: Simboliza el destino, el azar y la exposición al peligro. Representa también la rutina y la repetición de una vida que no elige.
Cuchillo y aplausos: Contrastan la belleza y la crueldad. El cuchillo representa el miedo, la violencia y la vulnerabilidad, mientras que los aplausos simbolizan el reconocimiento, pero también la superficialidad y la indiferencia.
Posible interpretación general:
El protagonista, un niño que creció bajo un cielo infinito, encuentra en las estrellas un refugio y una fuente de inspiración. Su vida nómada le ha proporcionado una conexión profunda con la naturaleza y el cosmos. Sin embargo, al ser introducido en el mundo del circo, se enfrenta a una realidad mucho más dura y aterradora. La rueda-diana representa un punto de inflexión en su vida, donde se ve obligado a confrontar sus miedos y a aceptar que no siempre puede controlar su destino.
A pesar de la experiencia traumática, el protagonista no pierde por completo su conexión con su estrella, Arcturus. Sus sueños lo transportan nuevamente al firmamento, donde se siente libre y en paz. Sin embargo, al despertar, se encuentra atrapado en la realidad, con el peso de sus recuerdos y la sensación de estar perdido.
El relato explora temas como la infancia, la pérdida de la inocencia, la búsqueda de identidad, la relación entre el hombre y el universo, y la dualidad entre la belleza y la crueldad.
Con esta “Fábula” haces una extraordinaria inmersión en la pérdida y la redención
Es una poderosa alegoría sobre la pérdida de identidad, la domesticación y, finalmente, la redención. A través de la metáfora de una foca entrenada para realizar trucos, exploras temas profundos que resuenan en el lector.
Temas centrales y simbolismo
La pérdida de identidad y la domesticación: La foca, al ser arrancada de su hábitat natural y obligada a realizar trucos, pierde su identidad y se convierte en un objeto de entretenimiento. El balón, símbolo de su cautiverio, representa la domesticación y la alienación.
La nostalgia y la memoria: A pesar de los años de cautiverio, la foca conserva recuerdos de su vida en el mar, lo que alimenta su anhelo de libertad. El agua y el hielo simbolizan su origen y su anhelo de regresar a él.
La lucha por la supervivencia: La foca lucha por sobrevivir en un entorno hostil, tanto física como emocionalmente. Su escape representa una victoria sobre la opresión y un retorno a su naturaleza.
La libertad: La verdadera libertad no es solo física, sino también espiritual. La foca encuentra la libertad al regresar a su hábitat natural y recuperar su identidad.
Lectura simbólica y conexiones
La foca como metáfora del individuo: La historia de la foca puede ser interpretada como una metáfora de la experiencia humana. Todos hemos experimentado momentos en los que nos hemos sentido atrapados, alienados o obligados a conformarnos a las expectativas de los demás.
La crítica a la sociedad: La fábula puede leerse como una crítica a una sociedad que prioriza el entretenimiento y la explotación sobre el bienestar en la naturaleza.
La importancia de la conexión con la naturaleza: La historia enfatiza la importancia de mantener nuestra conexión con el mundo natural.