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José

Publicado el 21 de abril de 2013

Regresa por una acera mal iluminada a casa. La acompañan su pensamiento y el eco de sus pasos. Reconoce con las gastadas suelas de sus zapatos las baldosas. Al fondo resplandece el escaparate de un bazar chino repleto de parpadeantes guirnaldas navideñas  y da a su portal justo al lado, un aspecto mas sombrío que de costumbre.

Se detiene ante él. Su rostro reflejado tiene la belleza de quien ha envejecido honradamente. Su mirada viaja por mundos en miniatura cubiertos de nieve dentro de bolas de cristal, ahora tempestades detenidas.

Hace solo unos meses escuchó los primeros lloros de su nieta y tiene pendiente un regalo para ella. Su dinero siempre lo tuvo tasado. Él, un emigrante adolescente de maleta ligera con poco más que una muda. Se había perdido la infancia de sus hijos y estaba habituado a que lo suyo le fuera ajeno. Escudriñaba las miniaturas que encerraban aquellas pequeñas esferas. Cuando reparó en una que solo contenía nieve, supo que era la suya. Un tesoro de pequeñas y reconocibles joyas de agua y frío.

Había bebido, como lo hacía a menudo en los últimos meses. Fue tan repentino lo de María. De vez en cuando aún reconocía su voz, en el eco de la ausencia. No podía evitar sentirse mal cuando escuchaba al conocido de turno  ¡Tu nieta te ha llegado en el mejor momento! pues su mujer no llegó a conocerla.

Después de varios intentos consiguió el giro de la llave para abrir la puerta. Intentó cerrar sus huecos nocturnos encendiendo la televisión, sabía que se dormiría antes de terminar  el Telediario.  Sobre el desvencijado sofá despertó con destellos de nieve digital, entre murmullos de un río desbordado. Sentía frío, apagó el aparato. Acertó a ponerse el pijama para acostarse en su mitad de la cama; sin escuchar a su costado los rumores de hilo que ya nunca regresarían.

La luminosa mañana barrió las luces navideñas del escaparate. Cuando tuvo en la palma de mano la bola de cristal, no dudó: era el regalo perfecto. Al invertirla, nevó bajo el tímido sol. Se hacía tarde y su hijo le había invitado a comer. Después jugaría una partida de petanca.
Ni siquiera quiso que envolvieran su regalo, la guardó en la bolsa.
Cuatro bolas: tres de acero y una de cristal de nieve.

En casa de su hijo el bebe aún dormía en la habitación de sus padres. Ocupaba únicamente un serón; cuando se lo pusieron en su regazo la contempló embobado y entre arrumacos le presentó la magia de la nieve dentro de la bola. La mirada de su nieta siguió por unos instantes aquellos diminutos copos, después escucho un reproche “demasiado pequeña – decía su nuera – para entenderlo”.
De nuevo cuatro bolas en la bolsa: una con alma.

En el parque le esperaban para la partida …  ¡Enhorabuena por tu nieta! … A José le correspondía lanzar y así lo hizo. Mientras seguía la trayectoria una gota de luz brillo en el cristal y después al caer se hizo añicos.
Los copos aprisionados flotaban en el aire. 

Sus compañeros de juego – atónitos – parecían escuchar cómo nevaba.

 

EL REGALO DE REYES (versión de José para el Certamen de relatos navideños convocado por la Editorial el Círculo Rojo)

22  / 11 / 2023

José por una acera poco iluminada, regresa a casa siguiendo el eco de sus pasos. Las gastadas suelas reconocen las baldosas una a una. Su portal, tiene un aspecto sombrío al lado de un bazar de chinos repleto de luces.

Mira y escudriña en el escaparate unas bolas de cristal con  paisajes en miniatura.

Su rostro reflejado en el vidrio, tiene la belleza de quién ha envejecido honradamente. Aún no había decidido el regalo de Reyes para su nieta. Era la primera, tenía dos meses. Por un instante, reparó en una de las bolas que solo contenía nieve. Todo un tesoro con joyas de agua y frío.

A él que fue un emigrante con una sola muda en la maleta, le había tocado perder la infancia de su hijo. Acostumbrado a tener el dinero tasado, deseaba pocas cosas.

Hoy bebió más de la cuenta, como hacía a menudo en los últimos meses. Estaba muy reciente la pérdida de María. Aún de vez en cuando en medio de la noche reconocía su voz. Le mordía por dentro que ella no llegó a conocer a su nieta ¡Te ha llegado en el mejor momento! Le dijo en cierta ocasión el vecino del primero y recordándolo maldijo en silencio.

Tras varios intentos logró abrir la puerta. Ya en su piso despertó sobre el sofá familiar con la televisión encendida. Sentía frío, apagó el aparato. Acertó a poner el pijama para acostarse en su mitad de la cama. Se durmió de nuevo, sabiendo que en la otra mitad no regresarían los rumores de hilo.

La luminosa mañana barrió las luces navideñas del escaparate. La tienda ya estaba abierta. No dudó en elegir una pequeña bola de cristal, era el regalo perfecto. Jugó con ella y pudo ver como nevaba sobre un paisaje ausente.

Debía darse prisa, Jesús le había invitado a comer. Por la tarde jugarían una partida en el parque. Ni siquiera quiso que envolvieran su regalo, lo guardó en la bolsa de la petaca. Cuatro bolas, tres de acero y una de sueños.

En casa de su hijo la nieta estaba dormida. Después de la comida cuando la tuvo en el regazo, entre arrumacos le mostró la magia de la nieve. Cuando seguían aquellos diminutos copos, escuchó “demasiado pequeña – decía su nuera – para entenderlo”.
De nuevo cuatro bolas en la bolsa, una de ellas con alma.

Ya en el parque le esperaban sus colegas de petanca. Uno de ellos le felicitó la Navidad dándole una palmada en la espalda ¡esa nieta te ha llegado en el mejor momento!

Cuando a José le tocó jugar, tanteando en la bolsa eligió la bola más fría. Después de lanzarla, vio como brillaba una lágrima en lo más alto de su rumbo y como al golpear el suelo se hacía añicos. Los copos caían por la luminosa tarde y a sus amigos – atónitos – les pareció sentir el olor de la nieve.

Arturo Joaquín

 

 

 

13 Comentarios

  1. Anónimo

    ke bello me encanto!!!!

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  2. sonya

    wow magico!!

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  3. Anónimo

    Una noche fue una idea…a la hora se le puso un nombre, una serie de risas, de chistes, de sensaciones encontradas…

    Una madrugada se selló un estilo, el de querer ayudarTe , sin nada mas que eso, sin nada menos que esa misma palabra, sin otro deseo de que puedas expresarte y en esa comunión ser un vehículo para tal fin.

    Nosotros estamos orgullosos de contar con tantos artistas!!!, y crecer, y deseARTE muchísimos aplausos.Buenas semana, buenos duendes, buenos bolsillos y vinos, y el mejor de los caballos a cada uno de ustedes en cualquier lugar del planeta que se encuentren si esos caballos son alados, mejor!!!

    Carlo Bottini de ARTISTAS CORDEROY

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  4. Laura Dominguez Recuero

    Preciosa Historia,e visto en ella reflejado el dia a dia de muchas personas que conozco.

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  5. Laura Dominguez Recuero

    si esa bienvenida es para mi ,gracias Arturo y oleeeee

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  6. Luciano Maldonado Moreno

    Pasan los años, pero siempre, por estas fechas, siento el frío de tus tres nieves: la nieve digital, la navideña, la nostálgica de la tempestad detenida…

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  7. Arturo García

    “José” tuvo 550 entradas, antes del 8 de diciembre del 2022

    Responder

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