Nos trajimos un ramo de tu tumba.
Eran rosas granate, casi negras.
Sus pétalos sedosos recordaban
a una carne infantil recién nacida.
Las pusimos en un jarrón con agua.
Poco a poco los pétalos cayeron
para adornar el suelo del salón.
No los barrimos, no los ordenamos.
Somos supersticiosos.
Configuran
el rastro que has dejado en este bosque,
para volver a casa cualquier día.
© Versos CARLOS MARZAL – Valencia 1961)
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