Ceniza.2
Escucho una voz que duele.
Percibo tu sonreír tras la lluvia.
Conozco las puertas del viento.
Huyo con la memoria del niño
que ignora tus heridas.
En la penumbra, la chimenea y el silencio
retienen, retienen lo oscuro.
Me dejo ir. Suave y lento
remuevo los rescoldos
que no apagan mi llanto.
Soy, los selfies no hechos
las palabras no dichas
los lugares no habitados
aquello que no he conocido.
Estoy, dónde duerme el sueño.
y en su pico, trae tus manos
,© Música y voz Andrea Sueiro
© Versos Arturo Joaquín
Ceniza.1
Escucho una voz que duele.
Percibo tu sonreír tras un velo.
Conozco mis oscuras grietas
y el violín sin arco del niño fugitivo,
ignorante de sus cicatrices.
En la penumbra,
La chimenea y el silencio de los gatos
como la cal de la pared, retiene lo oscuro.
Me dejo ir con el aliento de lo leve y lento,
removiendo los rescoldos
que no apagan el llanto.
Soy, los selfies que no he hecho
las palabras que no he sabido decir
las palabras que no he podido decir
los lugares que no he habitado
Estoy, dónde duerme el sueño.
Allí, tu recuerdo es un pájaro
que tras de mi,
bate sus alas
y en su pico trae tus manos enguantadas con ceniza.
Trae tus manos, enguantadas con ceniza
con ceniza
© Música y voz Andrea Sueiro
© Versos Arturo Joaquín
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Podríamos caminar más ligeros sin nuestro otro “yo”. Pero yo a eso no lo llamaría caminar, sino simplemente vegetar.
Suavidad