Cuando vi que tenia los talones agrietados pensé que no me gustaba tenerlos así tampoco era cosa de ir arrancando los molestos pellejitos y acabar por causarme dolor recordé la piedra pómez que tenía en la ducha y de la que no había hecho uso desde hace tiempo estaba ennegrecida pero aún era capaz de erosionar uniformemente la superficie de mi talón produciendo un polvillo blanquecino después de aclararlo en la ducha me di una crema de aloe vera que tenía en una repisa del cuarto de baño y que tampoco había utilizado últimamente la reseca piel la absorbió y sentí su frescor esperé a calzarme hasta que hubiera desaparecido se que la piel de mis talones no tendrá memoria de todo esto y que para no volver a encontrarme con esta situación debería repetir esta operación a diario pero como no tengo propósito de la enmienda de vez en cuando la cosa se repetirá y mis talones y yo aprenderemos a necesitarnos. En la aduana de los sentidos siempre se termina por mantener un peaje para el bienestar.
© 2019 Texto de Arturo Joaquin
© Foto autor desconocido
¡Puntos! ¡Comas! ¡Aire!