Venid. Está la mesa puesta.
Escuchad. Nadie espera, hace tiempo olvidamos nuestros nombres.
Entrad. La oscuridad está cerca, el momento de vigilar se aproxima.
Las palabras no faltarán. Traen consigo su secreto, su sabor de mariposas ahogadas en el tintero.
¿No las veis? Ya comienzan a deshilachar el capullo de tinta pegajosa.
Ya levantan el vuelo, consagrando sus caligrafías de cometa.
Prestad atención.
Es posible que su aleteo, en este preciso instante que escribo, sacuda en alguna parte a un individuo sombrío, que para bien o para mal, cambie la faz del mundo.
Ojalá, si es q fue, lo haya sido para bien. Mil gracias por tus devaneos, Arturo. Un placer.
Pues solo desear que haya más.