Ahora no se dice
se ha muerto.
Se dice
se ha ido, nos ha dejado.
Y yo, hoy
me he ido también
con todos mis muertos.
Pero sigo aquí.
Pienso.
Me gustaría acabar
como los grandes ríos,
en un estuario inmenso
donde el agua dulce
comienza a sentir la sal,
y la salada,
un leve rastro de dulzura.
Así,
casi sin darme cuenta,
dejaré de ser río
para ser todo océano.
© Versos de Arturo Joaquín
El poema titulado “Alta hora de la noche” (1962 – Roque Dalton) y un pasaje de “La sonrisa etrusca” (1985 – José Luis Sampedro), me han inspirado estos versos.
El poema de Dalton está publicado en El turno del ofendido, libro editado en La Habana. En sus versos; trata a la muerte como un elemento de resistencia y transformación, como un acto cargado de significado, que puede impulsar el cambio social y mantener viva la memoria de los que lucharon por sus ideales.
En las primeras estrofas de mi poema, muestro con una leve sátira cómo nuestra sociedad tiende a suavizar la muerte y transformarla en un proceso mas manejable, como si la muerte se tratara de un simple distanciamiento o un acto voluntario. En los siguientes versos, vinculo el yo poético a los muertos con el verso me ido también.
He pretendido plantear una reflexión sobre la muerte como un proceso de transformación, donde el yo se disuelve gradualmente en algo mas universal, como un río que se convierte en océano.
Al poema, le he dado una estructura fragmentada que a mi entender favorece la reflexión. Su ritmo, marcados por las pausas, refuerza la evolución de las ideas creando un contraste entre lo dulce y lo salado. Cerrado por la transición dejaré de ser rio para ser océano.