En esta penumbra apenas distingo una luz de nevera, retengo un sabor de mortadela caducada y siento frías la planta de los pies. Las manos como globos. Sé que muevo mis labios cuarteados por la salitre y no escucho mis palabras.
Después de un duermevela azotado por ventiscas recónditas permanezco varado en el tiempo.
Más que amigos somos supervivientes ¿Quién soy cuando hablo contigo?
Uno habla contigo y es como si al mismo tiempo estuviese solo y a lo mejor es sólo por eso por lo que uno habla contigo.
Mis codos se clavan en la arena. Intento huir de ti… Pero hasta aquí me ha traído el mar y después se ha ido. No tengo sombra, avanzo entre restos de naufragio a los que tampoco has querido.
Nunca fui yo, siempre eras tú.
Ahora estamos frente a frente.
© Texto de Arturo Joaquín
Gracias por regalar instantes de sensibilidad a flor de piel como éstos.
Luciano Maldonado
Espero poder compartir muchos más.
Ese pobre desgraciado q dibujas en tu escrito !soy justamente yo!… Me ha gustado, no el derrotado q describes, sí tu manera de relatar. Aplaudo… La fotografía hermosa, profunda, inteligente… Gracias
Si te reconoces en ese "pobre desgraciado" que describo, seguro que eres capaz de "viajar" por muchos otros aspectos de tu personalidad.
Por lo demás muchas gracias.
“Con esa llamada”
pasa el viento otra vez
encendiendo al mar en calma
arrastrando mi nado
del crepúsculo a la arena
vaga mi voz infantil.
La playa de los fósiles y las rosas.
La memoria de la ceniza y del plomo.
El refugio precario.
La arquitectura desahuciada
de la riqueza y el placer
¿quién habita la noche?
Solo eres la muerte
y sin mi vida no puedes nada.
¿Por qué tocas a mi puerta
si no te espero?