Proverbio
Desconoce su vida, hasta que la saeta traspasa su corazón.
Hasta que la saeta traspasa su corazón.
La saeta traspasa su corazón.
Traspasa su corazón.
Su corazón.
Adagio
El caminante no bebe el agua, que no se detiene.
No bebe el agua, que no se detiene.
Que no se detiene.
Al fin se detiene.
Ludribio
Hoy es mañana si fuese ayer
Es mañana si fuese ayer
Mañana si fuese ayer
Si fuese ayer
Ayer
© Versos y fotografía de Arturo Joaquín
Proverbio. sentencia, vaticinio / Adagio: expresión concisa que suele tener una enseñanza moral / Ludibrio: “lludibrio” la razón de la sinrazón, según mi vecino electricista.
Este texto se compone de tres secciones poéticas que juegan con la repetición para crear una atmósfera meditativa y reflexiva. Cada parte representa un enfoque distinto sobre la experiencia humana, desde el dolor y el descubrimiento hasta la contradicción del tiempo.
Proverbio
En esta sección, el proverbio sugiere que una persona no llega a comprender plenamente su propia vida hasta que experimenta el dolor o el impacto profundo, simbolizado por “la saeta que traspasa el corazón”. La repetición de la frase, que va despojándose poco a poco hasta quedar en “su corazón”, intensifica el sentimiento de vulnerabilidad y permite que el lector experimente la profundidad del dolor junto al hablante.
Adagio
Esta parte transmite la idea de que el viajero (o el ser humano en su trayecto de vida) no busca ni aprecia aquello que nunca se detiene; podría referirse tanto al agua como a los momentos efímeros de la vida que pasan de largo. La frase “Al fin se detiene” resuena como una resolución o descanso final, tal vez la conclusión de un ciclo. Aquí, la repetición pausada de las palabras evoca el fluir y el frenar del tiempo, como un río que finalmente se calma.
Ludribio
Esta sección lúdica explora la paradoja del tiempo, reflejando cómo el presente, el pasado y el futuro pueden entremezclarse en la percepción humana. “Hoy es mañana si fuese ayer” es una frase que juega con la relatividad temporal y con la idea de que el tiempo es una construcción ilusoria. La repetición, que termina en “ayer”, da la sensación de un eco interminable, atrapando al lector en un bucle temporal que desconcierta y provoca una reflexión más abstracta sobre la naturaleza del tiempo.
En conjunto, estas tres partes ofrecen una estructura de reflexión y contemplación: primero el descubrimiento doloroso, luego la quietud del viaje y, finalmente, la paradoja temporal.