Érase un hombre a un color pegado
noche que deja huella en la piel,
ego inflamado volcán de hiel
bravo bocazas verbo afilado.
Érase un balón de playa alado
espejo blanco brillo de cartel,
ciempiés con pecho de papel
noche que sepulta su legado.
Es la espada más certera
un meneíto sucio y bello
con finta de escuela callejera.
Es un vanidoso sin destello
que para tanta farsa pasajera
muestra su mueca de camello.
Este ejercicio corresponde al Tema 11_Aimé Cesaire
No conocía en absoluto la figura ni la obra de Aimé Césaire hasta ahora. He leído el Discurso sobre el Colonialismo, en el que plantea que el colonialismo y el racismo, son inherentes a un sistema capitalista basado en la reproducción de la esclavitud.
Defiende la dignidad del ser negro y propone revalorizar África y lo africano como respuesta a la idea racista de que el hombre negro es inferior. El estilo de Césaire me resulta combativo, marcado por su experiencia vital. Sabe utilizar la lengua francesa como si fuera un campo de batalla, subvirtiéndola desde dentro: rompe la sintaxis blanca, cartesiana y colonial con la resonancia del créole, sin nombrarlo. Mezcla el grito ancestral con el deseo de libertad. El lenguaje del colonizador se convierte en un vehículo de liberación. Su palabra es “magmática”: nunca se queda quieta, nunca es pasiva.
En este contexto, la propuesta de escribir un poema con el vocabulario propio de una zona o cultura me ha quedado grande. Por eso he decidido compartir un soneto de estilo quevedesco que tengo escrito desde noviembre del año pasado.
Lo he retocado para que recuerde, en parte, al estilo de Césaire, sobre todo en cuanto a su densidad simbólica y su audacia verbal. Aún así, encuentro mis versos más satíricos que proféticos, más caricatura que epopeya. Me queda lejos ser capaz de romper el discurso del poder con la fuerza poética directa y explícita que tenía Césaire, pero he intentado dar un golpe poético contundente y sutil a la vez, cargado de imágenes para desmontar la pomposidad y la falsedad de un personaje.
Desde el título juego con la frase latina Veni, vidi, vici que es todo un símbolo del triunfo absoluto, saboteándola y deformándola para mostrar un triunfo vacío y lleno de vanidad. Cuando paso de érase a es, no solo cambio la estructura, sino que también dejo la ironía para entrar de lleno en la burla directa. Así, el poema Vini Vinci se vuelve un espejo irónico de ese yo vanidoso que quiere imponerse, pero que al final, solo deja huellas que se borran rápido.