Este domingo, que la inercia no esconde nada.
Cuando otra vez, se ha ido cuesta abajo nuestra tarde
bailando un oscilante swing, con lo aburrido.
Sin los besos en el asiento de atrás de un coche,
sobre el sofá, se abrazan lo cruel y la empatía
entre los latidos de nuestra supervivencia.
Domingo de tregua, para dioses extinguidos.
Un leopardo en llamas de laurel y serpientes
sueña con el opaco estertor de cada víctima.
Preso por meridianos de hielo que se encogen,
rugiendo revienta las cuerdas del arpa ciega.
Pisa por fin la tierra, virginal e implacable.
Su olfato es del aire, que lo avasalla sin huellas
su oido un laberinto, donde chocan las palabras
su tacto antes seco, ahora es un cauce de agua.
Esgrima con bolas amarillas
larga cadena de juegos, y variables astros.
Este domingo. Alcaraz es capital del mundo.
Luciano Maldonado ha comentado:Excelente poema que envuelve al lector en un clima de rutina y abulia de otro domingo vacío. Muy al estilo del spleen de Baudelaire. Brillante final con un chispazo futurista, elogiando la velocidad y el dinamismo de una gran final de tenis.